Sobre el velo del silencio
he posado mi gemido
y con ello le sentencio
a mi muerte ser testigo.
El dolor en las entrañas
abrirá el sendero negro
la tortura en forma extraña
me invitará a recorrerlo.
Agresivo en mi desvelo
el bostezo de la sombra
se devora mi consuelo
y la boca que le nombra.
El aliento moribundo
me declara sin remedio
y me aparta de este mundo
liberándome del tedio.
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