martes, julio 29, 2008

¡Oh, Dolor!

¡Oh, soberano de lamentos,
letargo de súplica silenciosa,
mustio engendro de angustia,
fruto podrido en ansias
tesoro de la desesperanza.

Te has vestido de sollozo
para germinar en llanto y mecerte en desvelo;
generoso de pesares,
inquieto de tormentos.

Posas trono en la tristeza,
te corona el sufrimiento
y deshoja la existencia,
perturbando hasta el silencio.

Oh gusano, demonio y pesadilla,
ruta quebrada, mala vida,
destierro asesino, ladrón de quimeras,
cruel padecimiento,
burla, queja y deterioro,
has labrado en mi ser tu cobijo
y me condeno a tu apogeo!

Incierto


En letargo extraviada y en incierto cometido,

arriban huellas indelebles de pasados venturosos;

mas ruega mi piel frenesí dominante

que adormezca el delirio carente y ruge la piel por arrebatos;

forja presurosa docenas de susurros que se agrupan en secretos

y se alojan en caricias aparentes.

Bebo el desconsuelo de rupturas construidas desde muros asfixiantes

y se alza en altar de cenizas en donde reposa tu recuerdo

y deposito en él mandatos para hallarte rezagado.

Brincan ruidosos los tropiezos que se muestran cual vestigios:

pretenden quitar la venda por futuros prominentes;

en sondeos ciegos vislumbro frases que devoran el ensueño

y gime celoso el proyecto que se ve forzado a perderse

o sólo a reinventarse para alcanzar lo perpetuo.