Te percibo amenazante,
agazapado en mi penumbra,
husmeando mis tretas por salvarle,
ahogándome, burlándote de mi empeño,
y me pregunto hacia dónde he de embarcarle.
Y agoniza en otoño su aliento,
que entre fallidos intentos me extravía,
me tiñe de ruinas, me olvida en la nada:
no pude.
Amarga sabe la noche
en que perdura tu partida;
destellos inútiles, angustias desbordadas.
Y sólo te apagas, huyes, te nublas
y ruges planeando dolor que ha de abrirse al sosiego.
1 comentario:
Por casualidad entro a tu blog y me encuentro con sorpresas :)
Amiga, la inspiracion esta volviendo como en tus mejores momentos.
Te felicito!
Un abrazo
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