cuyo regazo anida el sollozo,
cuyo susurro desborda el lamento,
hoy me ahoga tu silencio
y muerde mi alma en quebranto.
Con velos sangrantes desespero en tu partida
y se devela otro fracaso,
que se mofa cruel de mis carencias,
esclava del infortunio,
mariposa tardía,
que enredada en su capullo
se somete al desconsuelo,
cruel verdugo que la oprime y corroe sin tregua.
Así está mi alma.
Su aposento en ruinas
mece angustias y desdichas,
y golpea mis sueños
con ecos demenciales, celebrando mi agonía
pues ya no queda nada!