La Vida Encendida...

La vida encendida me aborda en suspiros,
que gimen silentes e inadvertidos,
se posan vibrantes en ojos de niños,
y laten inquietos en astros divinos.

Se aloja en rocío cada nuevo día,
y vela mi sueño en la noche dormida;
su eco severo y esencia bendita
desbordan inquietos su magia infinita.

Resuena en la hierba que cubre el camino,
florece en la rosa, se baña en el río,
agita la panza de quien espera un niño
y vuela armoniosa en el ave y su trino.

La vida encendida me aborda en suspiros,
deleita mi alma en murmullo sencillo,
alivia la carga, renueva sentidos,
germina esperanza y nutre el respiro.

Destierro

Me acecha el abismo en deseo confuso,
tornándose piel en tus besos tardíos,
que añora mi boca desde tu partida,
que duele en mi pecho ahogando mi vida.

Cruel tortura es el destierro de tus ojos,
que vulnerable me deriva hacia el vacío,
con voz sangrante arrojo tu nombre al viento,
cuyo eco se diluye en el olvido.

He de vagar silente entre la sombra,
para anidar la cura de la herida,
para encontrar de nuevo mi horizonte
y emprender retorno a la partida.

Mi Oscuridad

Dulce cuna del misterio,
escondite del secreto,
magnificente imperio,
mi más preciado amuleto.

Donde la noche reposa,
al amparo del silencio,
serenidad silenciosa
a la cual yo me sentencio.

Manto etéreo, luz perfecta
mi refugio preferido,
que provocas circunspecta
agudizar mis sentidos.

Me revelas con tu esencia
la verdadera belleza,
quitas velos, das licencia
acertando con certeza.

Sufrimiento tormentoso

Ruge severo el viento,
asesino del silencio,
que ha ocultado mi lamento
y hoy se desboca intenso.

Desfallezco de sollozos,
me apuñalan los gemidos:
sufrimiento tormentoso
que se roba mis sentidos.

Aquel estruendo en mi alma
destruye mis ilusiones
impidiendo que la calma
atenúe mis temores.

Rezo al cielo que termine
el martirio que me agota
para que por fin domine
sobre mi la cruel derrota.

Sin escape

Por el llanto desolada
peregrino en el tormento
de saberme condenada
presa fácil del lamento.

Confundida y temerosa
voy camino al desamparo
las tinieblas tenebrosas
me carcomen sin reparo.

Y mi boca ahora muda
traga eterna la impotencia
que diabólica me anula
dando paso a la demencia.

No hay escape del infierno
que agresivo me tortura:
En el centro del averno
yace muerta mi cordura.

El bostezo de la sombra

Sobre el velo del silencio
he posado mi gemido
y con ello le sentencio
a mi muerte ser testigo.

El dolor en las entrañas
abrirá el sendero negro
la tortura en forma extraña
me invitará a recorrerlo.

Agresivo en mi desvelo
el bostezo de la sombra
se devora mi consuelo
y la boca que le nombra.

El aliento moribundo
me declara sin remedio
y me aparta de este mundo
liberándome del tedio.

Entre tintas y pinceles

Donde reina lo perfecto
hace nido su presencia,
y desliza su aposento,
donde brota con urgencia.

Desde mil ojos se enciende
para ahogarse en la palabra,
como grito que sorprende,
como herida que desangra.

Mas allá de lo intangible,
se hace fiera en la salida,
que veloz e inteligible
acelera la partida.

Inmortal entre mis sueños,
se desborda en el silencio
en la búsqueda y empeño
de plasmarse fiel e intenso.

Se desprende de la musa
y precisa de papeles
cuya esencia se dibuja
entre tintas y pinceles.

Angel de la Noche

Un soplo de luna
me acaricio en secreto
y penetró silente
hasta envolver mis sueños.

Me envenenó el misterio
que convocó lo incierto
y se exaltó lo eterno
hasta colmar mi anhelo.

Me hipnotizó el embrujo
del inmortal ensueño
y me rendí confusa
a su perpetuo sello.

Permanecí en sus ojos
y respiré en su aliento
y me vistió de plata
oscuridad y silencio.

Y comprendí su empeño
de entregarme lo perfecto:
me hizo angel de la noche
para cuidar su imperio.

Más allá del Abismo

Luego de un gran suspiro
liberé su recuerdo,
prisionero de mi angustia,
fruto amargo de su ausencia.

Enseguida agonizo la sombra
y amaneció el silencio,
que consoló mi llanto
al levantar mi vuelo.

Me despidió el abismo
Entre palabras muertas
y con destellos vivos
abandoné su lecho.

No divisé fantasmas
Solo el vasto firmamento
y me amparó la noche
regalándome lo incierto.

Elaboré mi ruta
más allá del infinito
y me entregué al destino
Para hallar mi eterno legado.

Aliento de hielo

La espera me trae su aliento de hielo,
el tiempo dormido envejece mis ansias,
trayendo a mi mente aquel mustio paisaje,
vestida de negro, agonizo en mi duelo.

La escena no actuada, la frase no oida,
y el beso que muere y renace en el llanto,
me ahoga en el charco de angustia silente
que quema, marchita, congela y da muerte.

El tiempo se duerme y me olvida en sus horas,
me roba el respiro y me deja sola.