Sálvame del silencio que no me dice tu nombre;
de las rosas que ya no emiten el murmullo de tu aroma:
de cada esquina -nuestra- en donde ya no detengo mi pisada...
Y de la noche que no me indica la estrella que me dedicaste.
Sálvame del suspiro asesino de tu figura;
del ardor que quema poco a poco tu sello en mis labios
huyendo perverso con tus besos y caricias.
Sálvame del ocaso que extravía tus "te amo"...
Y sobre todo, sálvame de la angustia de saberte víctima del olvido.
1 comentario:
Este de alguna manera lo encontre "diferente" a los que ultimamente has publicado (pero en el buen sentido de la palabra)
Un abrazote!
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