Qué mejor fotografía que las palabras que salen de tu mente
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domingo, enero 22, 2006
Escapar
Es tarde, el alba se aproxima.
Debo preparar con urgencia mi huida.
Recojo serenidad, frescura y melancolía,
que añora robarme, con rapidez el día.
Me llevo mis tesoros celestiales
y con ello la amenaza de tus males.
No quiero, día, tu frenético respiro
ni mi alma verla presa de un agónico suspiro.
No quiero que me agobie tu luminosidad,
prefiero que me bese la dulce oscuridad
Aunque bella es tu presencia,
yo lo pude comprobar,
tu crueldad es más inmensa
y por eso he de escapar.
Memorias oscuras
Respiro memorias ahogadas
en pantanos agónicos,
memorias que emergen marchitas
y decoran de angustia mi presente alado.
Su sabor amargo,
revuelve mi interior y lo intoxica,
liberando toneladas de pisadas que duelen,
que quiebran armonía con ritmo feroz.
Se arrojan fantasmas
entonando melodías devastadoras,
se inunda mi alma de temores añejos
que se revisten de armadura.
Huelo la esencia asesina de las tinieblas,
enfrascada en recuerdos malditos,
que martirizan mi andar errante de esta hora.
Advierto absorta, la cercanía
de un ejército de lágrimas innumerables,
sobreviviente de mil batallas internas.
Anticipo la escena de mi derrota,
facilitada por la fuerza de abrazos carentes,
y el triunfo del desconsuelo.
miércoles, enero 18, 2006
Te he perdido
He perdido, de tu voz, la melodía
y la pasión de tus escritos,
armas que evidenciaban cada día,
nuestros más bellos delitos.
He perdido tu dulzura,
el sabor de tus caricias,
que me estremecían con locura,
elevándome a la dicha.
Ya no tengo tu mirada
ni el misterio de tu labios,
cuya magia que emanaban,
a los míos hicieron sabios.
El aroma del deseo
se ha fugado con el viento,
ha salido de paseo
sin regreso por el tiempo.
He perdido hasta las ansias
de volcarme a tu horizonte,
pues descubro a la distancia
que tú de mí te escondes.
Y he perdido, con tu huida,
toda huella de esperanza;
me has dejado alma y vida
transformada en añoranza.
sábado, enero 14, 2006
Noche eterna
El último suspiro del ocaso
me anunció tu llegada,
y millones de ojos estelares
se abrieron para aniquilar
la angustia de no tenerte.
Tu sutil frescura
sedujo mis sentidos y serenó mi alma.
Tu oscuridad suprema
adormeció mi dolor y
reposé dichosa en tus brazos.
Me acunó tu voz silente;
me embriagó el misterio
de tu cercana lejanía.
Cúpula magnificente y enigmática,
me refugié
bajo tu manto infinito de ensoñación.
Me atrapó tu magia fascinante
y permanecí segura en tu regazo.
Dulce noche,
te hice eterna en mi vida
y contigo mi alma aplacó su agonía para siempre.
domingo, enero 08, 2006
Distancia
Distancia, murmullo asesino de ilusiones,
gigante que aplasta feroz,
praderas y manantiales de esperanzas.
Fue tu miserable abismo,
quien tiñó de tonos grises nuestro arcoiris;
quien empuñó el martillo,
que destruyó los muros
de nuestro delicado castillo de cristal;
fue tu brisa, suspiro de muerte
que ahuyentó nuestras ansias, y
tu infame conjuro,
lo que quitó poder a nuestra magia
hasta hacerla desaparecer.
Cada centímetro de tu existencia,
fue el cruel látigo,
que lacerando nuestros corazones,
terminó despedazándolos.
Tú, que con tu fuego,
quemaste el calor de nuestras ansias
y con tu frío congelaste nuestros deseos;
con tu vacío lleno de silencio,
amordazaste nuestros labios
sin darnos chance de luchar en tu contra.
Tú, cruel ladrona, te robaste nuestros ocasos
y cortaste las alas a nuestros sueños.
Por ti, deambulo en la eterna agonía
y vago en la soledad inmutable,
vil condena a la cual me sentenciaste eternamente...
sábado, enero 07, 2006
Aquel último regalo
Me coronaste reina de tu imperio
y celebramos juntos la construcción
de nuestra fortaleza,
hermosamente almenada.
Me vestiste de plata
y me regalaste el cetro
de la más bella constelación
en la majestad de tu cielo nocturno.
En tu océano inmenso
me nombraste paz y majestad,
y tus aguas transitaron libres,
colmadas de plenitud.
Me adornaste con perlas y diamantes
y fui tu tesoro más preciado,
aquel que, escondido,
por mucho tiempo había sido buscado.
Me regalaste títulos sublimes,
¿cómo podría imaginar
aquel último regalo?
Un sigiloso cruel adiós,
que hirió de muerte mi alma,
con la herida silenciosa de tu ausencia,
y el eco desesperado de mi voz,
nombrándote,
se ahogó con mi propio llanto y tu lejanía,
en la inmensidad de aquel silencio.
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