
He perdido, de tu voz, la melodía
y la pasión de tus escritos,
armas que evidenciaban cada día,
nuestros más bellos delitos.
He perdido tu dulzura,
el sabor de tus caricias,
que me estremecían con locura,
elevándome a la dicha.
Ya no tengo tu mirada
ni el misterio de tu labios,
cuya magia que emanaban,
a los míos hicieron sabios.
El aroma del deseo
se ha fugado con el viento,
ha salido de paseo
sin regreso por el tiempo.
He perdido hasta las ansias
de volcarme a tu horizonte,
pues descubro a la distancia
que tú de mí te escondes.
Y he perdido, con tu huida,
toda huella de esperanza;
me has dejado alma y vida
transformada en añoranza.
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