sábado, enero 14, 2006

Noche eterna


El último suspiro del ocaso
me anunció tu llegada,
y millones de ojos estelares
se abrieron para aniquilar
la angustia de no tenerte.

Tu sutil frescura
sedujo mis sentidos y serenó mi alma.

Tu oscuridad suprema
adormeció mi dolor y
reposé dichosa en tus brazos.

Me acunó tu voz silente;
me embriagó el misterio
de tu cercana lejanía.

Cúpula magnificente y enigmática,
me refugié
bajo tu manto infinito de ensoñación.

Me atrapó tu magia fascinante
y permanecí segura en tu regazo.

Dulce noche,
te hice eterna en mi vida
y contigo mi alma aplacó su agonía para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Melancolía...
Ausencia de amor.
Monotonía...
Un solo color.
Ojos, déjenme por favor.
Aunque sea un solo color.
Con el que pueda ver,
el mundo, el mundo...

Creí ver colores,
en un oropel...
En un billete,
hasta en un dintel...
Ellos serían sólo una ilusión,
cuando traté de hacerlos mi visión;
desaparecieron.
Aquí yo, sin color.


Final de vida,
no pude lograr.
En mi deriva,
no pude atracar.
Ni siquiera en otro pude lograr
Una señal, algún color vital
Qué queda por hacer,
contemplar, contemplar.

Cuando el destino abre sus alas y siento que me llevará...
Siento nada, creo en nada,
veo la nada que me hace mirar, y veo...
Un mundo radiante, y diferente, opuesto a mi oscuridad...
Veo nada, creo en nada,
salvo en un mundo del cual me separa una....

Distancia eterna