Emprendí el horizonte más allá del firmamento,
desterré las fronteras, surcando los vientos.
Y en mi pecho tu aliento bordaba fulgores,
crecía el sentimiento, se abolían los errores.
Mis pupilas dilataron en lagunas de plata,
los sentidos descifraron universos escarlata.
Extasiada en lo profuso de mi alma desbordada,
te nombré y en un segundo habitaste mi posada.
Perfilé contigo el reino y te admiré sin medida,
hija eterna del misterio, compañera de mi vida.
Mariposa platinada de insondable hermosura,
portadora de las alas que me abren las llanuras.
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