Plegaria

Hoy rezaré en tus labios la plegaria de los tiempos
y me hundiré con ella en lo más profundo de tu aliento,
en donde está clavada la promesa de tus besos,
destilando el agua de la fuente de los sueños.

Cierra los ojos, pues pretendo anestesiarte
con esta aguda vibración de sentimientos,
elevarte hasta la cumbre de los vientos
y así me implores de mi lado no apartarte.

Bebe el perfume que destila mi silencio,
como un fiel amor que ansía desbordarse.
Cura, por mi ruego, la herida donde yacen
mil años de espera en un anochecido secreto.

Tengo un océano de almíbar en mis manos,
que se propuso sanar cada rincón de soledades,
y desprenderme por fin de agonías estelares,
en la danza inquieta y sublime de mil halagos.

Pronuncia mi nombre en el firmamento infinito
y mi deleite será la sagrada humedad de tu boca;
yo, la sed inundada que entre rezos te convoca
con piel, alma y corazón hacia el sendero bendito.