Torpeza la mía no prevenir tu silencio...
No te oigo y desvanecen los bríos.
Tus ojos agudos reflejan desconcierto
y lamento en secreto que ya no serás mío.
Aún a riesgo de morir nuevamente
pronuncié mi paso en el vacío,
y en vano mi ofrenda ferozmente
sentenció mi eterno extravío.
Verá la orilla cómo se ahoga mi anhelo
mientras me llueve eterno el desvarío.
Y repetiré en desconsuelo:
"Quien no se arriesga no cruza el río".
Tu figura desde lejos anunciará mi desvelo
y desgarrará mis venas con funesto rocío.
1 comentario:
Eres especial en el arte de conjugar las palabras con la mística de los duendes.
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