Delicioso el intervalo que me prende a tu silueta
que me aborda y me desborda las entrañas,
que me toca y me apuñala con caricias de aurora
que me besa y me ahoga con labios de rocío.
Ruge el verbo venturoso, aliviando mi ceguera,
luego el susurro, que aniquila mis certezas,
mustio clamor de pétalos inertes
que abre paso a un torrente inagotable de sonrisas.
Estalla el abismo y se vuelve centella
moldeando mis silencios, arrollándome la vida.
Me filtro cadenciosa en el murmullo de mil soles majestuosos,
y vibra mi hoguera, portadora del milagro,
la agonía del tormento.
Llueven cristales azulados coronándome doncella
de soledades eclipsadas,
de crepúsculo de anhelos,
y disfruto el veneno de tu clamor justiciero
que resuena como alondra y define tu misterio.
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