Mientras me huye tu acierto,
yo transito la locura:
Dónde está la ceguera,
dónde ha quedado mi holgura,
dónde están los rumores que velaban mis sentidos
y con ellos mi aposento vespertino.
Llueven espejos que anudan gargantas
y no veo el reflejo de la noche plateada,
no hay rostro, no hay respuesta,
sólo siluetas que devoran mi aurora aletargada.
En la esquina del infierno
se halla oculto mi silencio:
"¡Ven por mí -balbucea-
Libérame del tormento!"
No hay comentarios.:
Publicar un comentario