Sospecho que me quieres atrapar,
que no se cansan tus horas de intentar
consumirme en tu osadía.
Tengo la impresión de que mis días
van clavados a tus ojos
y no restas segundo de arrojo
por pulir la estrategia en valentía.
Sospecho que en tu afán
me estás queriendo confinar
eternamente a tu santuario
y tengo que confesar
que la sola idea me está cautivando.
Este fluir incesante por cascadas cristalinas
que me pronuncia tu boca con su sola sonrisa;
esta sinfonía bendita proclamada por la brisa
que me arriba poderosa en tu cercanía,
se me antoja hacerla mía y darte ocasión...
Sospecho que el tiempo se agota
y ambos vamos ganando;
que nuestra hora viene llegando
y no me cabe la dicha que provoca
saber y sentir que el infinito ha llegado.
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