Eligió desprenderse de su cielo
para no ser una más de su noche,
prefirió besarle con su vuelo
fugaz entregarse sin reproche.
Murió dejando cenizas estelares,
que como semillas sembraron su espesura
y entre murmullos siderales
supo que lo amaba con locura.
Germinó en otros cielos magistrales,
se hizo parte de todo, lo fue todo,
y sobre aposentos colosales
se la vio renacer de otro modo.
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