Quiero que el intenso dolor
me adormezca por completo,
anestesiando el pensamiento,
también mis sueños e ilusiones.
Que me impida recordar
cuantas veces me he caído,
el agudo daño de mi alma,
por el sólo intento de volar.
Que las lágrimas me cieguen,
para no ver la realidad,
de cómo la soledad
regresa a mí en cada momento.
Sólo llévame tormento,
en tus frías y mustias alas,
donde no haya sufrimiento,
sino sólo letargo inmortal.
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